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miércoles, 12 de octubre de 2011

El año del perro


Elegí ésta película entre muchas otras en parte por su portada, que me recordó Juno, y por el simpático slogan "¿El mundo te ha dejado extraviado?", que implica varios existencialismos que aunados a la foto del lindísimo can, resultaron prácticamente irresistibles. 
Total que la película es anunciada como una comedia dramática, y aunque reí un par de veces, fueron muchos más los momentos en los que me puso pensativa y casi chipil. 

No les contaré la película pero si les platico que me encantó el propósito de ésta.
En los extras el director Mike White platica como es que cualquiera de nosotros, simples mortales, comunes y corrientes, "hijos de vecino"... ustedes me entienden... podemos actuar de forma inocente, por así decirlo, y vernos envueltos en situaciones que, vistas en tercera persona y a grandes rasgos, podrían parecer obra de un maniático, esquizofrénico, psicópata, ingenuo,ser irracional.. e inserte en esta línea cualquier otro adjetivo que se le ocurra _____________.
Y así es, cuantas veces nos enteramos que cosas que suceden, y nos preguntamos ¿qué demonios estaba pensando esa tipa?, o ¿cómo es que se le ocurrió hacer eso a este cuate? Finalmente seguimos siendo humanos, y eso de juzgar a alguien por sus actos, aun puede ser sujeto a un largo y complicado debate moral, en el que la circunstancias pesan tanto como las acciones.

A Mike White se le ocurrió contar la historia de una amigable y respetuosa mujer, cuyo fiel amigo y compañero, su perro Pencil, la lleva a tomar acciones drásticas... Lo se, suena bastante peliculezco, pero la verdad es que funciona. Y confieso que en algún momento de la película yo misma, pensé que la pobre mujer se había deschabetado. Si, yo que considero a mi perro como hijo, yo que no quiero pensar en el día que le llegue a la hora a mi adorado "Cesare Cachorribiri", yo que procuro no comer carne roja, y que me remuerde pisar (aunque sea por accidente) los caracoles y hormigas que caminan por las mismas banquetas que yo. Horror. Hasta que me di cuenta que yo con tantas cosas en común con la pobre Peggy, la había juzgado y apuntado en secretito, y todo porque un día de estos se le ocurrió defender sus ideas.

Cubetazo de agua fría.
Todo un recordatorio de que los humanos, por lo general, no somos ni completamente obscuros o negros, ni completamente claros; sino que somos grises jaspeados.